SAN PABLO, Brasil.- Las muertes diarias por coronavirus en Brasil superan las 2.000, lo que lo convierte en el segundo país con mayor número de fallecimientos por esta causa, después de Estados Unidos.
En una entrevista publicada por la cadena británica BBC, el epidemiólogo Pedro Hallal, que trabaja en el estado sureño de Rio Grande do Sul, habla de un peligro que se proyecta más allá de las fronteras del gigante sudamericano.
“El 21% de todas las muertes ocurridas en el mundo el 9 de marzo debido a la covid-19 ocurrieron en Brasil, un país que tiene el 2,7% de la población mundial. Entonces, esto es enorme. Brasil se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública global”, dijo Hallal a la BBC.
El 10 de marzo, el país registró 79.876 nuevos contagios, el tercer número más alto en un solo día, mientras que el número total de muertes relacionadas con la covid-19 fue de 270.656, según cifras de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.
Eso quiere decir que Brasil tiene una tasa de 128 muertes por cada 100.000 habitantes, lo que le coloca en el puesto 11 entre los 20 países más afectados del mundo. Las tasas más altas se encuentran en la República Checa con 208 muertes por cada 100.000 personas y en Reino Unido con 188 muertes por cada 100.000 personas.
Con un ritmo de contagios y muertes alarmante, una estrategia de inoculación que no avanza, hallazgos de nuevas mutaciones del virus, y un sistema sanitario al borde del colapso, el gigante sudamericano se convirtió en un riesgo para la región, y pone en alerta al resto del mundo.
“La situación es profundamente preocupante y las medidas que se deben tomar deben ser lo más serias posibles para lograr un progreso significativo”, advirtió hace unos días Tedros Adhanom Gebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud.
“La situación en Brasil ha empeorado, con una incidencia muy alta de casos y un aumento de los incidentes de muerte en todo el país”, añadió Michael Ryan, director de emergencias del organismo internacional, quien además reconoció la preocupación que existe a nivel internacional “respecto del aumento de la transmisibilidad y letalidad” de la cepa brasileña que, según datos preliminares de estudios obtenidos por la ONU, puede ser hasta dos veces más contagiosa que la variante original del coronavirus.
El otro elemento que aporta a que la crisis sanitaria de Brasil sea alarmante es cómo está afectando a los niños. Aunque, en comparación con otros países del mundo, la mortalidad en este grupo de edad sigue siendo muy baja, según la comunidad científica, no es nula y la cantidad de internados crece. Solo este año, fueron hospitalizados debido a la enfermedad 617 bebés menores de un año, 591 niños de uno a cinco años y 849 entre seis y 19 años, según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud.
La cantidad de bebés que han muerto en Brasil desde el inicio de la pandemia, 420, unas 10 veces más que las cifras de Estados Unidos, el país con mayor número de muertes por la enfermedad, según datos oficiales.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, 45 menores de un año perdieron la vida después de ser infectados por el virus. Si se toma la franja de bebés de uno a cinco años, también hay una gran discrepancia: Brasil registró 207 muertes por covid-19, mientras que Estados Unidos contó 52.
Según los expertos, la falta de control en el manejo de la pandemia, la carencia de diagnóstico adecuado, combinada con enfermedades asociadas y vulnerabilidades socioeconómicas, incluida la aparición de un síndrome asociado a la covid-19 en niños, ayudan a explicar la tragedia de Brasil.
La situación que relatan los pediatras de los centros de salud es desesperante. Aunque los casos graves de covid-19 en niños son raros y la mayoría se recupera, en ocasiones, los pacientes con problemas de salud crónicos corren un mayor riesgo. Incluso cuando la epidemia no había alcanzado el pico de muertes, las visitas estaban restringidas porque los hospitales públicos carecen de equipamiento protector para que los padres visiten a sus hijos.
A veces el paciente llega consciente a la terapia intensiva, pero empeora, y acaba muriendo sin que los padres puedan acompañarle. (Especial)